Entradas agotadas
En el 2003, debutó en el festival de jazz de Barcelona una de las voces más bien dotadas del jazz del siglo XXI: Lizz Wright. Su recital en el Luz de Gas fue espectacular: una presencia escénica soberbia y una voz delicada capaz de incluir todo tipo de matices en una sola sílaba. Era, sin embargo, su debut, y lo mejor de todo fue pensar que, a pesar de la emoción de aquella noche, Wright todavía podría ofrecer mucho más. Cinco años y dos discos después (el último, The Orchard), Wright vuelve al festival cargada con un bagaje espectacular. Ha crecido como artista; su voz, de profunda raíz gospel, ha adquirido todavía más cuerpo, y su talento como compositora le permite crearse a medida unos exquisitos hábitos vocales a medida. En 2003 lo sospechábamos, hoy lo afirmamos: he aquí una estrella que dejará huella.
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